Comentario
Siempre que sea posible, el individuo ha de pronunciar la oración de la sema', la confesión de fe en la unidad de Dios, en los últimos momentos de su vida. Tradicionalmente, su cuerpo debe ser lavado y amortajado con sencillez, antes de ser enterrado. En ningún caso se permite la cremación, pues es contraria a la resurrección.
La parte central del funeral es la recitación de la oración de duelo tradicional, el qaddis (santificación), plegaria de alabanza a Dios. Durante los funerales o inmediatamente antes de recibir sepultura el cadáver, el ministro que ejerce como oficiante solicita a cada familiar del difunto que corte un trozo de la vestimenta de éste. Esta ceremonia, llamada keri'ah (corte), recuerda la vieja tradición de rasgarse las vestiduras en señal de duelo.
Tras el funeral, que debe celebrarse antes de que haya pasado un día del óbito, la semana siguiente es de recogimiento y dolor para los familiares del difunto, que deben permanecer en sus casas. Todo el tiempo arde una lámpara y el dolor se hace visible en objetos y actitudes: los espejos son cubiertos, no se visten ropas nuevas, etc.
Pasado este tiempo, el luto de los parientes se relaja durante el mes siguiente (sheloshim), aunque las muestras de aflicción permanecen hasta que hayan transcurrido once meses. En este periodo, los hijos del difunto o bien la hija mayor asisten a diario a la sinagoga para recitar el qaddis. El difunto es también recordado en el aniversario de su muerte (yahrzeit).